Cuando las placas continentales derivaron hacia el norte, las corrientes cambiaron de forma gradual, y en 20 Ma la ventana abierta para la dispersión oceánica se había cerrado, aislando con eficacia a los lémures y al resto de la fauna terrestre malgache de la plataforma continental africana. Además, estas corrientes oceánicas eran más fuertes que hoy en día, lo que habría empujado las balsas de vegetación más rápido y acortando el viaje hasta unos treinta días o incluso menos, tiempo lo suficientemente corto como para que un pequeño mamífero pudiera sobrevivir fácilmente.